Atravesar todo el proceso de autoconocimiento, nos permite comprender y reconocer quiénes somos, lo cual es el inicio para aprender a valorarnos y querernos como personas.
Saber quién es uno mismo y hacia dónde queremos ir es una de las bases para encontrar bienestar no ya en los grandes proyectos, sino en todos los detalles de la cotidianidad.
la inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y gestionar las relaciones personales.Según Goleman
Es el convencimiento íntimo de que uno es capaz de realizar con éxito una determinada tarea o misión, o bien elegir la mejor alternativa cuando se presenta un problema, es decir tomar la mejor decisión.
Quererse a uno mismo significa ser honestos y comprometernos con nuestra vida. Quererse a uno mismo significa tener en cuenta nuestras necesidades y respetarnos, aceptarnos y querernos por ser solo quienes somos.
La autovaloración es el resultado de relacionar nuestro autoconcepto con
nuestros valores e ideales. En este caso se contrapone lo que soy con lo que me gustaría ser,
emitiendo un juicio o valoración. Nuestro crecimiento y evolución personal
están muy relacionados con nuestra capacidad para reaccionar constructivamente
ante estas valoraciones. En la autovaloración influye el nivel de exigencia que
asumimos y cuáles son nuestros estándares para medir y evaluar nuestras
experiencias.
En un proceso de intervención psicológica, para trabajar la autoestima,
es útil explorar con mucho detalle estos dos aspectos y sus implicaciones en el
estado del cliente.
En ocasiones las
personas interiorizan ideas poco precisas o incluso equivocadas acerca de sí
mismos. Un caso extremo sería la anorexia, en la cual el autoconcepto está
totalmente distorsionado: una persona extremadamente delgada se percibe gorda.
Podemos encontrar otros ejemplos del día a día: políticos corruptos que se
consideran ejemplares, gente valiente que se juzga cobarde o personas
inteligentes que se sienten ignorantes.
En otros casos, un
autoconcepto coherente puede ir acompañado de una autovaloración contradictoria
o distorsionada. Esto puede ocurrir por varios motivos: el primero es un
conflicto entre dos valores. Imaginemos a una persona que valora hacer bien su
trabajo y, además, tiene como ideal el uso de estrategias pacíficas para
resolver conflictos. Si trabajara en la industria armamentística, por muy
coherente y ajustado que fuera su autoconcepto, es posible que surgieran
conflictos en su autovaloración. Otro motivo de autovaloración distorsionada
puede ser mantener unos niveles de exigencia que son inalcanzables. Por
ejemplo, el caso de una mujer que se valora negativamente como madre porque su
hija, puntualmente, no se comporta como a ella le gustaría. O un hombre muy
complaciente que se siente mal marido porque su mujer no muestra felicidad
absoluta en todo momento.
Es importante notar que la autoestima, así
como las posibles distorsiones en autoconcepto y autovaloración, son factores
importantes para la consecución de la felicidad y el desarrollo personal. La
autoestima debería ser la base sobre la que nos asentamos, una estima
incondicional que reconozca nuestros logros y nuestros valores, el suelo firme
que nos permita observar y explorar oportunidades de crecimiento. Los
desajustes entre el autoconcepto y la autovaloración nos dan la oportunidad de
saber en qué dirección podemos seguir evolucionando como personas,
reorganizando o jerarquizando nuestros valores, ajustando constructivamente
nuestras ideas acerca de nosotros mismos o regulando nuestros niveles de
exigencia (todo es mejorable, pero nada es perfecto).
Es
frecuente simplificar el concepto autoestima con la noción de quererse y
sentirse bien con uno mismo (a toda costa). Esta idea, poco meditada, puede dar
lugar a situaciones problemáticas: imaginemos el caso de una madre y esposa,
trabajadora, con unos altos niveles de exigencia en los tres ámbitos y un
autoconcepto distorsionado por frecuentes juicios acerca de su incapacidad para
sentirse la madre y la esposa que le gustaría ser, de acuerdo con su elevado
ideal. Supongamos que, por el contrario, consigue generalmente sentirse muy
buena trabajadora. Si, en este caso, la mujer solo tiene en cuenta el factor
autoestima (simplificado), es probable que trate de centrarse exclusivamente en
el ámbito que le permite quererse y sentirse bien consigo misma, el laboral.
Esta persona, puede acabar descuidando otros ámbitos que sean igual de
importantes (o más) en su vida: el personal y familiar.
En
realidad, suelen ser los ámbitos que más valoramos personalmente los que nos
provocan mayores incomodidades cuando no somos capaces de alcanzar nuestras
exigencias. Cuando esto sucede, corremos el peligro de no afrontar los
desafíos, descuidar esos contextos buscando una pseudofelicidad que nos
proporcionen otros ámbitos menos importantes en nuestras vidas, pero en los que
nos sintamos más capaces o reforzados. En otras palabras, donde nos resulte más
fácil querernos y valorarnos positivamente.
En
conclusión, la autoestima es un factor muy importante en la búsqueda de la
felicidad y el desarrollo personal, pero es importante tener en cuenta otros
aspectos que están implicados en ella, para poder realizar un diagnóstico más
acertado de cómo la persona está dando sentido al mundo y ayudarle a conseguir
sus objetivos, explorando en qué ámbito se podría intervenir con mejores
resultados globales. Consideramos que la autoestima debe ser la base y el motor
de nuestro desarrollo, no una idea distorsionada que promueva el estancamiento,
la desconexión con los propios valores y la falta de sentido en nuestras
vidas.
El auto concepto es la imagen que hemos creado sobre nosotros
mismos. No una imagen solamente visual, desde luego; se trata más bien
del conjunto de ideas que creemos que nos definen, a nivel consciente e
inconsciente. Esto incluye una cantidad prácticamente infinita de conceptos que
podrían estar incluidos en esta "imagen" sobre nosotros mismos, ya
que cada idea puede albergar en su interior muchas otras, creando sistemas de
categorías que están unos dentro de otros.
Así
pues, podría ser un componente de nuestro auto concepto nuestra idea de lo que
es la timidez, pero también una idea aproximada sobre
nuestra inteligencia.
Hay multitud de elementos que pueden ser parte constitutiva de esta imagen de
uno mismo, y el auto concepto sirve para englobarlas bajo una etiqueta.
En
definitiva, el auto concepto es el
conjunto de características (estéticas, físicas, afectivas, etc.) que sirven
para definir la imagen del "yo".
Algunas claves para entender
qué es el auto concepto
Estas son algunas explicaciones para matizar el significado del
término auto concepto; algunas de sus características principales.
1. Es relativamente estable
Tiene sentido hablar de la existencia del auto concepto
justamente porque es posible encontrar unas pautas y unas características definitorias de cada
persona que tienden a estar siempre ahí. Si el auto concepto variara totalmente a cada segundo, este no
existiría.
Es por eso que muchos psicólogos dedican parte de sus esfuerzos
a descubrir aquello que define el auto concepto de las personas. Esto puede
servir para tratar problemas en la psicología clínica, pero también, por
ejemplo, para establecer perfiles poblacionales o de consumidores.
Por otro lado, el auto concepto puede evolucionar a lo largo del
tiempo, pero no de manera abrupta, y siempre siguiendo tendencias más bien
escalonadas y suaves. También puede cambiar mediante la psicoterapia, en la que
herramientas como la reestructuración cognitiva ayudan a modificar creencias sobre
uno mismo.
2. El auto concepto puede cambiar
Aunque tienda a mantenerse relativamente igual en el tiempo, el auto concepto no es ni mucho
menos algo estático. Está variando constantemente, al igual que
varían constantemente nuestras experiencias y el curso de nuestros
pensamientos. Sin embargo, que el auto concepto no se mantenga siempre igual no
significa que en él quepa cualquier idea sobre nosotros mismos.
Está claro que algo que considerábamos totalmente ajeno a
nuestra manera de ser o de comportarnos puede, pasado un tiempo, entrar a
formar parte del conjunto de cosas que consideramos que nos definen. Sin
embargo, esto no cambia el hecho de que, en un primer momento esa idea o
cualidad no formaba parte de nuestro auto concepto, y que sólo con el transcurso
de los días ha podido quedar englobado en este.
Encontramos numerosos
ejemplos de esta variabilidad del auto concepto en los adolescentes. La
adolescencia es una etapa en las que cambian de manera abrupta las maneras de
entender la realidad, de sentir y de relacionarnos con los demás. Y estas
"sacudidas" ocurren, por supuesto, también en la manera en la que
estos jóvenes se ven a sí mismos. Es muy normal comprobar cómo los adolescentes reniegan totalmente de una
estética y un sistema de valores que, poco después, quedarán integrados en su
auto concepto.
3. Hay una diferencia entre auto
concepto y autoestima
Aunque ambas ideas se parezcan, el auto concepto no es lo mismo que
la autoestima. El primero sirve sólo para describirnos a
nosotros mismos, mientras que la autoestima es el concepto que hace referencia
a nuestra manera de valorarnos. Es decir, que el auto concepto sirve para
referirnos a la vertiente cognitiva de nuestra manera de vernos, mientras que
la autoestima tiene su razón de ser en el componente emocional y valorativo
desde el que nos juzgamos. Ambos constructos teóricos, sin embargo, hacen
referencia a algo subjetivo y privado.
Muchas veces, además, se utiliza el término "auto concepto"
ya dando por sentado que en él quedan incluidos tanto el auto concepto como la
autoestima. Sin embargo, para salir de dudas, es recomendable utilizar por separado estos términos.
La autoestima es el
sentimiento valorativo de nuestro ser, el juicio que hacemos de nosotros
mismos, de nuestra manera de ser, de quienes somos, del conjunto de rasgos
corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad,
determina nuestra manera de percibirnos y valorarnos y moldea nuestras vidas.
Ésta influye en la toma de decisiones y es fundamental para el rendimiento
académico. Si un adolescente piensa que no es competente, no se esforzará en
hacer bien las cosas porque creerá que no es capaz y, además, será infeliz. En
relación a la autoestima se advierte un proceso circular: si un adolescente
tiene una autoestima alta, se comportará de forma agradable, será cooperador,
responsable, su rendimiento será mayor y facilitará el trabajo de formación.
Por el contrario, si su autoestima es baja, tendrá repentinos cambios de humor,
se sentirá desconfiado, reprime sus sentimientos, será poco cooperador y poco
responsable, pues niega o evade sus dificultades y culpa a los demás por lo
sucedido. Así, frente a las dificultades se volverá más provocador y desafiante
ante cualquier acción para cambiar su situación.